Generalmente se conoce como cataratas la perdida de la transparencia del cristalino durante el proceso de envejecimiento de una persona, el cual vuelve opaco y como consecuencia, la visión se torna borrosa e indefinida.
Tres de cuatro personas mayores de 75 años padecen cataratas, lo que significa que es una patología visual bastante frecuente en la tercera edad.
Hay ocasiones en que su aparición se adelanta -durante la adolescencia, juventud o adultez- debido a determinadas enfermedades como diabetes, infecciones o inflamaciones intraoculares y alta miopía entre otras. Pero poco se conoce y se habla de las cataratas congénitas -las que afectan a niños recién nacidos- y según la OMS responsables del 10 y al 39% de todas las cegueras ocasionadas en los niños.
Se presenta durante los primeros tres meses de vida, y es de gran importante poder llegar al diagnóstico en el momento justo, ya que si las cataratas congénitas no se tratan de manera temprana, los problemas visuales pueden ser graves e irreversibles.
El tratamiento, idealmente, debe comenzar alrededor del mes y medio de vida, debido al desarrollo anatómico del ojo -no se debe esperar- ya que si la enfermedad avanza el menor sufrirá una disminución progresiva y permanente en la visión.
Aproximadamente una tercera parte de las cataratas congénitas son de origen hereditario, el resto se produce por infecciones intrauterinas, desordenes metabólicos, ingerir ciertos medicamentos durante el embarazo, radiación, malnutrición materna y un muy bajo porcentaje es de carácter idiopático.
Se considera que actualmente existen unos 200.000 niños ciegos por catarata congénita en el mundo. Esto se debe a que en los adultos existe una disminución de la agudeza visual, pero en los niños suele ser unilateral y asintomática, por lo que se da un retraso en el diagnóstico.
Por eso es muy importante -para un diagnostico oportuno- que los padres estén atentos a las manifestaciones más importantes, entre las que figuran una pequeña mancha blanca en la pupila (Leucocoria) , espasmos de los músculos del globo ocular que provocan movimientos involuntarios (Nistagmus) , estrabismo y una intolerancia exagerada a la luz (fotofobia).