Recopilado por Ricardo Bittelman Saporta, oftalmólogo
No controlar tu riesgo cardiovascular no solamente produce el riesgo de sufrir un infarto agudo, sino que también puede ocasionar un bloqueo venoso o arterial de la retina. La segunda es la más grave, ya que podría generar una ceguera irreversible y repentina en la mayoría de los casos.
Generalmente, este infarto ocular sucede cuando un pequeño émbolo se despega de las cavidades del corazón o de la arteria carótida. Al desprenderse este coágulo se transporta por el flujo sanguíneo, pudiendo causar el bloqueo de un vaso de menor diámetro y obstruir total o parcialmente el paso de la sangre.
En ciertos casos, este émbolo se mueve por la arteria oftálmica y tapa la arteria central de la retina, causando una pérdida repentina e indolora de la visión.
Por ende, una ceguera súbita es un problema urgente. A veces, un masaje ocular puede desplazar al émbolo. En otras situaciones, se necesita administrar un tratamiento con fármacos para reducir la presión ocular y poder mover el coágulo.
Los principales factores del desarrollo de un infarto en el ojo son la hipertensión arterial y la arteriosclerosis. Las anomalías de coagulación, algunas patologías inflamatorias y la presión intraocular alta también inciden en su aparición, porque las venas son comprimidas gracias a la tensión permanente.
Es importante que controles los factores que constituyen un riesgo cardiovascular. Por ejemplo, es de suma importancia que tengas una alimentación balanceada y realices actividad física constante para evitar la hipertensión arterial.