Recopilado por Ricardo Bittelman Saporta, oftalmólogo
En una piscina clorada (por ende, no de agua salada), nadar por lapsos prolongados sin protección visual podría ocasionar irritación y enrojecimiento en los ojos.
Por lo general, las piscinas no poseen la cantidad de cloro excesiva para originar complicaciones de salud. No obstante, estos espacios poseen agentes contaminantes, por lo que el cloro se usa para contribuir a mantener un equilibrio del ph y desinfectar el agua.
De todos modos, por precaución, es relevante adoptar medidas que reduzcan la exposición directa de los globos oculares al cloro. Al nadar, es recomendable seguir los siguientes consejos:
-No utilizar lentes de contacto al ingresar a la piscina ni a ningún medio donde pretenda nadar. De hacer esto, los ojos se exponen a una serie de microorganismos y bacterias que causan graves infecciones. Asimismo, los lentes pueden alterarse en su forma, provocando daños visuales.
-Las gafas de natación herméticas son una buena opción para que el cloro no ingrese a los ojos.
-Se debe poner atención al olor que expele la piscina. Si existe un olor a cloro demasiado potente no significa que la piscina se encuentre muy limpia, precisamente: tiene mucho cloro y esto es perjudicial no solo para la salud visual, sino que también para la piel.
-Luego de nadar en una piscina clorada, se debe tomar una ducha inmediatamente. De esta manera, se evita la irritación en la piel, incluyendo la que circunda a los ojos.
-Por último, se recomienda no pasar mucho tiempo en áreas de piscinas techadas. El motivo es que se acumulan más vapores químicos en el ambiente.
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