Cuando escuchamos el concepto melanoma, pensamos inmediatamente en el temido cáncer a la piel. Sin embargo, también puede afectar a otros órganos, incluso al ojo. El melanoma ocular es una enfermedad relativamente poco común.
Esta enfermedad se detecta en la generalidad de los casos durante chequeos rutinarios, cuando aún no se nota una anormalidad en la visión. En otras ocasiones se descubre cuando ya se encuentra en etapas avanzadas. , donde el paciente presenta una vista borrosa, con manchas o distorsión.
A diferencia del melanoma de la piel, esta patología no se debe a la exposición prolongada a los rayos ultravioleta. Generalmente se manifiesta entre los 55 y 60 años y, si bien no hay conclusiones certeras, se cree que su origen está relacionado con factores genéticos.
Como los demás tipos de cáncer, el melanoma ocular puede ramificarse a otras partes del cuerpo y causar la aparición de metástasis, potencialmente peligrosa cuando se da en el hígado.
Hace algunas décadas, el tipo de tratamiento más común era la extirpación del globo ocular. Hoy, las técnicas utilizadas son más conservadoras y dependerán de muchas variables, como la edad y localización del tumor.
Por ejemplo existe la braquiterapia, en donde se pone una fuente radioactiva cerca de la zona cancerígena. Si bien algunos isótopos pueden tener efectos secundarios, éstos no son tan significativos al lado del mismo cáncer.
Otros métodos son la aplicación del láser. La crioterapia congela la anomalía, mientras que la termoterapia transpupilar aumenta la temperatura para afectar a las células tumorales.
Fuente: http://www.elmundo.es/