Recopilado por Ricardo Bittelman Saporta, oftalmólogo
El glaucoma es una afección visual que provoca la pérdida gradual de la visión, pudiendo llegar a la ceguera. Ocurre cuando el drenaje del ojo funciona de forma incorrecta, acumulándose fluido que causa el incremento de la presión ocular. En consecuencia, se daña el nervio óptico, deteriorando la vista.
Existen diversos tipos de glaucomas. Entre ellos tenemos el de ángulo abierto, siendo la variedad más habitual de esta patología. En segundo lugar está el de tensión normal, que afecta a pacientes que teniendo buena presión ocular, igualmente tienen daños en el nervio óptico. Por su parte, el de ángulo cerrado causa un incremento repentino de la presión del ojo, transformándose en urgencia médica. Por último, existe el glaucoma congénito y otros producidos por otras causas médicas.
Si bien el glaucoma puede afectar a individuos de cualquier grupo etario, es más común en individuos que superan los 60 años de edad, diabéticos, hipertensos oculares y en quienes poseen antecedentes familiares de esta enfermedad.
En la primera etapa de la patología podría no presentarse síntomas. Sin embargo, con el paso del tiempo, aparece visión difuminada, reducción de la vista lateral, malestar ocular, dolor de cabeza y pérdida imprevista de la visión. Ésta última consecuencia es irreversible, pero puede controlarse si se detecta a tiempo.
Esta enfermedad se trata con gotas o cirugía refractiva, dependiendo de la gravedad del cuadro. Para prevenir, es necesario someterse a chequeos oftalmológicos con frecuencia. Incluso, desde los 40 años, es aconsejable realizarse un examen integral para despistaje de glaucoma, que se repetirá cada dos o cuatro años.
Fuente: http://www.malagasalud.es/