Recopilado por Ricardo Bittelman Saporta, oftalmólogo
La retinitis pigmentaria es una patología ocular que afecta directamente a la retina. Este tejido se encuentra en la parte posterior del ojo y su función es convertir las imágenes captadas por la vista en impulsos nerviosos que son enviados al cerebro.
Cuando aparece, las células de la retina mueren (bastones y conos). Los bastones, que son los encargados de proporcionar la visión nocturna y periférica, por lo general son los primeros en degenerarse. Cuando se desgastan los conos- células ubicadas al centro de la retina- disminuye la visión central y la percepción del color.
Es una enfermedad poco común y causada por trastornos genéticos. Es decir, es de origen hereditaria. Provoca una pérdida lenta y progresiva de la visión, pudiendo causar ceguera en los casos más graves y descuidados. Se manifiesta con los síntomas de reducción de la vista en la noche o en poca luz y pérdida de la visión lateral.
Desafortunadamente, este síndrome no tiene cura ni tratamiento comprobado para su corrección. El uso de lentes para el sol puede ayudar a proteger la retina de los rayos ultravioleta, pero la enfermedad seguirá avanzando lentamente de todas formas.
Se están desarrollando implantes de microchips que se insertan en la retina y funcionan como cámaras de video para esta anomalía y otras relacionadas con la pérdida de la visión, pero solamente están en su etapa inicial.
Someterse a exámenes para evaluar la retina contribuye a detectar la afección y tomar las debidas precauciones para inducir a que se desarrolle de manera más tardía.