La contracción involuntaria del ojo, conocida con el nombre técnico de “nistagmo”, es un síntoma ocular que puede deberse a diversas patologías. En la mayoría de los casos, sólo dura unos pocos días y desaparece sin que se pueda descubrir su causa. En casos más graves, sin embargo, puede suceder que un traumatismo de cráneo, un derrame cerebral o tumores cerebrales desestabilicen las señales nerviosas que controlan a los ojos. Los trastornos del equilibrio, como la enfermedad de Ménière y las infecciones del oído, pueden desestabilizar la percepción del movimiento del cuerpo, haciendo que los ojos se contraigan y desplacen a otras posiciones en respuesta.
Ciertas patologías congénitas también pueden generar contracciones en los ojos. La gravedad de los problemas de la visión causados por el nistagmo varía según el caso, pero éste resulta útil para ayudar a que el médico identifique enfermedades subyacentes. El tratamiento, en los casos en los que sea factible, suele concentrarse en el problema de fondo.